¿Cómo ayudar a nuestro cerebro a aprender?
Los padres y educadores podemos ayudar a nuestros hijos y estudiantes a aprender mejor si conocemos más sobre nuestro cerebro y cómo funciona. La capacidad de aprendizaje se basa en la plasticidad cerebral y esta plasticidad depende de cuánto usemos nuestro cerebro. A pocos días de nacer ya contamos con miles de millones de neuronas que pueden conectarse entre sí cada vez que aprendemos algo nuevo, creando así millones de conexiones sinápticas.
Durante la primera infancia es donde tiene lugar la mayor explosión de estas conexiones, por lo que el niño pequeño aprende tan rápidamente y absorbe todo lo que puede de su entorno. Esto es lo que en palabras de María Montessori se conoce como la mente absorbente del niño.
Es una capacidad que tiene el niño de 0 a 3 años de aprender de manera involuntaria e inconsciente a través de su interacción con el entorno que lo rodea, y que en la etapa de 3 a 6 años ocurre de manera mucho más consciente, permitiendo al niño asimilar estas experiencias e integrarlas para construir su propia inteligencia y personalidad. Por eso los años correspondientes a la educación infantil temprana son tan importantes desde el punto de vista educativo. Son donde se sientan las bases de todo el desarrollo posterior y en ella se producen grandes hitos evolutivos en áreas como el lenguaje, las relaciones sociales, el movimiento y el desarrollo de los sentidos.
Sin embargo, hoy sabemos que el cerebro sigue aprendiendo a lo largo de la vida y que cada vez que aprendemos algo, nuestro cerebro cambia. Estamos construyendo nuestros cerebros durante toda nuestra vida. Nuestra inteligencia no es fija, siempre se puede mejorar. Y lo mismo ocurre con nuestras personalidades. Nacemos con un temperamento marcado por los genes, pero a través del aprendizaje, podemos incorporar nuevas habilidades y hábitos que modulan nuestro carácter y configuran nuestro propio plan de vida y crecimiento personal.
La alimentación saludable; la práctica regular de ejercicio físico; el descanso, dormir especialmente después de aprender favorece la memoria y la integración de nuevos contenidos; entrenar la memoria de trabajo, esto es lo que nos hace razonar, pensar, tomar decisiones, resolver problemas; guiar el aprendizaje con preguntas motiva, enfoca la atención y favorece el aprendizaje autónomo; la emoción, dice J. Ramón Gamo, neuropsicólogo infantil que “para aprender tenemos que emocionarnos, lo que no nos emociona no existe en nuestra memoria ni en nuestro mundo mental. Vivimos nuestras experiencias, y las guardamos en nuestra memoria gracias a la emoción que acompaña cada acto y cada experiencia. Es el origen de toda memoria, creencia y comportamiento que hemos aprendido. Si queremos cambiar nuestra vida, tomemos el control de nuestra forma de percibir y gestionar las emociones”.
Y finalmente, siguiendo a este autor, “el cerebro es un órgano social que aprende haciendo cosas con otras personas.”