10 razones para elegir una escuela con Metodología Montessori
1. Respeto por el niño.
El niño es el protagonista de su aprendizaje. Elige sus propias actividades de aprendizaje, de acuerdo con su interés, nivel y estilo de aprendizaje. No pretendemos crear niños iguales: niños calmados y pasivos que pasan horas sentados sin estímulos atractivos que capten su atención, sino que aceptamos la singularidad del niño y potenciamos sus habilidades para alcanzar su máximo desarrollo.
2. Fomenta la independencia.
Queremos que nuestros hijos lleguen a ser adultos funcionales, y sin embargo, pasamos el día allanándoles el camino y limpiando los desórdenes que dejan atrás. De esta manera, difícilmente tendremos éxito. Cuando comienzan a comunicarse y descubrir el mundo a su alrededor, es el momento perfecto para darles sus primeras responsabilidades.
3. Trabajo multisensorial.
En la filosofía Montessori se da gran importancia a las manos. Se dice que las manos son la prolongación del cerebro, porque a través de ellas percibimos las sensaciones que van directamente a nuestras estructuras. Son como la clave de la inteligencia. Por eso todas las áreas se trabajan de manera sensorial, manipulando y explorando materiales.
4. Favorece la responsabilidad.
El niño aprende a trabajar, aprende el sentido del respeto por su propio trabajo y por el de los demás. Aprende la responsabilidad de cuidar el material que ha elegido, aprende de la oportunidad de usar el material libremente pero dentro de ciertos límites, aprende que las acciones tienen consecuencias naturales que derivan del uso de materiales crudos como la fragilidad del cristal o la sonoridad del metal.
5. Es universal.
La metodología se adapta al niño, no el niño al método. Por lo tanto, no hay adaptaciones curriculares, no hay aulas específicas y no hay clases de religión porque es un método que acoge cualquier etnia o creencia en su plenitud.
6. Toma en cuenta las necesidades e intereses del niño.
La clase cambia a medida que el niño cambia. Los materiales son diferentes, los tiempos son diferentes, y el único reloj que marca el tiempo es el del niño. El cambio de nivel lo solicita el niño, no el adulto, y ocurre en cualquier momento durante el año escolar.
7. Es una filosofía de vida.
Educar en Montessori es educar en valores, educar en el presente para el futuro. La familia es una parte fundamental del proceso y se integra en la escuela de manera natural. La escuela transmite a los padres los valores de la filosofía para unir los criterios educativos y recibir de manera coherente la educación de la vida.
8. Un ambiente preparado para el aprendizaje.
Esto se refiere a un ambiente que ha sido cuidadosamente organizado para el niño, diseñado para fomentar el autoaprendizaje y el crecimiento. Desarrolla aspectos sociales, emocionales e intelectuales y responde a las necesidades de orden y seguridad. Las características de este Ambiente Preparado permiten que el niño se desarrolle sin la asistencia y supervisión constante de un adulto. El diseño de estos ambientes se basa en los principios de simplicidad, belleza y orden.
9. Los materiales en sí.
María Montessori elaboró un material didáctico específico que constituye el eje fundamental para el desarrollo e implantación de su método. Están diseñados para captar la curiosidad del niño, para guiarlo por el deseo de aprender. Estos materiales didácticos se pueden utilizar individualmente o en grupos. Otra característica es que casi todo el equipo es autocorrectivo, de modo que ninguna tarea puede completarse incorrectamente sin que el niño se dé cuenta por sí mismo.
10. Crear niños felices, autónomos, críticos y respetuosos.
Educar en valores es educar responsablemente. Un niño que se siente escuchado, amado, integrado, aceptado tal como es, es un niño capaz de expresar sus emociones, capaz de cuestionar sus pensamientos mientras respeta las diferencias y acepta lo que le une a los demás. Educar con Montessori es educar para la felicidad. ¿Hay acaso un objetivo más importante en la vida que ser feliz?